Cuando se habla de estilo clásico - de una casa, un vestido, un objeto - es inmediata la referencia a una tradición consolidada a lo largo de los años y a una belleza atemporal, desligada de las tendencias del momento.

La cocina, que representa el núcleo del hogar, ya es, de por sí, desde el punto de vista funcional y emocional, un ámbito clásico. En su interior se preparan y consumen comidas siguiendo viejas recetas, de seguro éxito, transmitidas en el seno de la familia de generación en generación. Y, también en la cocina, se pasan muchas horas del día, a lo mejor empleadas en actividades no estrictamente culinarias: estudio, trabajo, agradables charlas con amigos.

Proyectar una cocina clásica, por tanto, sigue teniendo un significado actual y profundo, que puede manifestarse en opciones arquitectónicas y de interiorismo que substanciar con materiales y elementos decorativos que, si bien modernos, transmiten el espíritu de la tradición.

El estilo clásico, además, se caracteriza desde siempre por incorporar una especie de archivo de inspiraciones en continua actualización, de modo que lo que hoy es etiquetado como moderno, en el futuro podrá aspirar, sin duda, a consolidar una nueva tradición clásica.

Descubramos cómo proyectar una cocina clásica perfecta, entrando en detalle en estos aspectos:

  • espacio separado o rincón dedicado a la cocción en la sala de estar: una decisión no solo funcional, sino también estilística;
  • decoración de la cocina clásica: encimeras, elementos colgantes, la campana extractora, complementos y accesorios;
  • colores y materiales de los suelos, las paredes y la decoración: ¿qué se puede considerar clásico?

 

Cocina clásica en la sala de estar o en un espacio separado: cómo elegir la solución perfecta para el hogar

De forma instintiva, sin pararse a reflexionar demasiado, cualquiera de nosotros, pensando en una cocina clásica, la imaginaría situada en un ámbito separado de la sala de estar.

La conexión mental inmediata con este esquema espacial nos viene de una idea de casa tradicional más bien grande, estructurada en una zona de día de carácter público, una zona de noche privada y una serie de espacios accesorios, de servicio, que otrora garantizaban el correcto funcionamiento de todo el mecanismo del hogar

Hoy vivimos nuestros hogares de manera mucho más informal y dinámica que antaño: el espacio doméstico, en consecuencia, alberga y superpone funciones diversas, no necesariamente asignadas a zonas específicas.

Esto significa que si queremos proyectar una cocina clásica, podemos hacerlo tanto dedicándole un ámbito bien definido, separado de los demás mediante particiones móviles o fijas, como reservándole un rincón en la sala de estar, a lo mejor completado y enriquecido con soluciones proyectivas versátiles e innovadoras, capaces de responder a las exigencias de la vida moderna.

En ambas configuraciones, sin embargo, podemos fijar ciertos puntos proyectivos para orientar nuestra cocina hacia un estilo clásico reconocible y atemporal:

  • la disposición de una cocina clásica ha de ser regular y geométricamente perfecta, mejor aún si está ordenada en torno a determinados puntos focales de forma simétrica;
  • los muebles —es decir, las encimeras, los elementos colgantes y las columnas— han de exhibir una estética sólida y concreta, de inmediata remisión a la tradición artesanal de las elaboraciones de la madera, el metal, la piedra, la cerámica;
  • la iluminación, en una cocina clásica, desempeña un papel importantísimo: le confiere luminosidad al espacio en su conjunto y valoriza sus detalles, acentuando la relevancia funcional de cada una de las zonas destinadas a las varias fases de preparación de los manjares.

Componentes de la decoración de la cocina clásica: encimeras, elementos colgantes, complementos, electrodomésticos.

La decoración de la cocina clásica, tanto si se ubica en un ámbito específico como en un rincón de la sala de estar, se distingue de otros estilos por determinadas características principales.

Los muebles, complementados por la aportación tecnológica de los electrodomésticos, trazan un conjunto armonioso y equilibrado que, cuando la cocina no se utiliza, se puede percibir como un objeto observable en su perfección y unicidad.

La cocina clásica, en efecto, a diferencia de la de estilo moderno, no extiende sus elementos hacia la sala de estar, sino que prefiere circunscribirse a su espacio delimitado, perceptible en su entereza, incluso a distancia. Esto vale tanto si la cocina es muy grande y de dimensiones bien calibradas con respecto a la sala de estar, como si es pequeña, está bien ordenada y presenta geometrías y acabados preciosos y elegantes.

En una cocina clásica la elección de la campana extractora resulta fundamental: se preferirá una versión a la vista, de medidas proporcionadas con las de la superficie de cocción y rematada con acabados coordinados con los muebles.

Un buen truco proyectivo consiste en colocar la campana a la altura del eje central del lado más largo, independientemente de la conformación planimétrica de las encimeras: lineal, en forma de “L” o en forma de “C”. Esto le otorgará a la zona de cocción un papel de absoluto protagonismo en el espacio, en sintonía con lo que se espera de la tradición y de su interpretación en clave moderna.

 

Colores y materiales de una cocina clásica luminosa y elegante

A la hora de elegir los colores y materiales de una cocina clásica, los interrogantes a los que dar una respuesta concreta son numerosos:

  • azulejos de la cocina clásica: ¿de formato grande, mediano o pequeño?
  • ¿Una cocina clásica blanca siempre es la mejor solución?
  • En las paredes de la cocina clásica, ¿mejor pintura o revestimiento?

 

En líneas generales, en una cocina clásica, es mejor evitar los colores demasiado vivos y los contrastes excesivamente acentuados. Clásico, en efecto, equivale a suave, luminoso, apacible. Precisamente por ello, los aliados idóneos para diseñar una cocina clásica con arreglo a los cánones son los materiales propios de la tradición: madera, piedra y cerámica.

Si la madera puede contribuir a conformar un conjunto decorativo de tonos cálidos y formas plenas y concretas, la cerámica puede vestir las paredes y los pavimentos con esquemas de colocación, texturas y colores personalizables echando mano de una gama de soluciones poco menos que infinita.

La selección de los revestimientos ha de ponderarse bien: así es, las paredes de la cocina clásica constituyen una especie de fondo de la escenografía general del ámbito, por lo que tienen que hallar una perfecta correspondencia estilística con la luz y los materiales ya presentes.

¡Ojo a los azulejos de tamaño demasiado pequeño! Podrían alterar el estilo de la cocina, llevándolo de lo clásico a lo rústico. Mejor optar por formatos medianos o grandes, dotados de buenas cualidades táctiles y cromáticas, y además combinables en paneles de elevado valor decorativo.