Las colecciones Boom y Woodchalet, marcadamente matéricas y capaces de evocar el ambiente de espacios domésticos llenos de vida, interpretan en clave moderna el montaje dedicado a la obra maestra de Mel Brooks
Las colecciones Boom y Woodchalet, marcadamente matéricas y capaces de evocar el ambiente de espacios domésticos llenos de vida, interpretan en clave moderna el montaje dedicado a la obra maestra de Mel Brooks
Si en primavera de 1974 eran ustedes telespectadores del Programma Nazionale, antecesor de la actual RAI, quizás recuerden un programa de variedades que, desde marzo hasta mayo, tuvo como protagonistas a dos estrellas de la pequeña pantalla: Raffaella Carrà y Mina. La emisión tenía un nombre deslumbrante, capaz de evocar de inmediato pasarelas, vestidos de largas colas y focos: Milleluci.
Si fueron ocho los capítulos transmitidos por televisión, diez han sido, en cambio, los estudios televisivos inspirados en aquel programa, montados en la exposición que lleva el mismo nombre, en el pabellón 30 de Cersaie, feria clausurada el pasado 29 de septiembre con un gran éxito de público y crítica.
Angelo dall’Aglio y Davide Vercelli, proyectistas y comisarios de la exposición, explican que han transformado el tema musical original de Milleluci en un estilo cinematográfico más complejo y articulado.
Los diez estudios, que remiten a otras tantas películas internacionales de culto, fueron reproducidos a la pequeña escala de la exposición mediante el sabio —y también algo irónico— uso de materiales, decoraciones y accesorios absolutamente actuales, comunes en nuestra vida cotidiana.
En el montaje dos colecciones de Ragno hallaron un acomodo verdaderamente inesperado, si bien perfectamente coherente con el carácter íntimo y doméstico en que se inspiran.
El estudio reproducía la escena en la que Frankenstein, en la obra maestra dirigida por Mel Brooks en 1974, cena en casa del fraile ciego interpretado por Gene Hackman. El espacio se veía delimitado lateralmente gracias a dos paredes revestidas por una amplia trama de azulejos de color Piombo de la colección Boom.
La granulometría de la superficie de imitación del cemento, salpicada con microinserciones de cotto, resina y fragmentos de piedra, es perfecta para comunicarle al visitante de la exposición esa sensación de espacio doméstico lleno de vida, desgastado por el tiempo y por aquella serie de gestos que forma parte esencial de la escenografía de la película, de la que se ocupó el director junto con Gene Wilder.
Las variaciones cromáticas y matéricas de los azulejos rectificados de 75 x 75 cm revelan, además, una insólita capacidad, requerida específicamente por los proyectistas de la exposición, para jugar con la luz y extraer de la misma vida, substancia, comunicación visual.
Revistiendo pavimentos, Boom halla una perfecta respuesta en la superficie consistente y marcadamente veteada del gres de imitación de la madera de la colección Woodchalet. El formato de 15 x 90 cm, seleccionado en la variante Brown, reproduce, a la pequeña escala del estudio cinematográfico, la memoria de una antigua casa de madera, algo maltrecha pero, precisamente por ello, todavía más fascinante y comunicativa.